Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

28.06.2020

En primer lugar, cantemos un himno: el Himno del Reino (I) El reino ha venido al mundo.

Acompañamiento: Toda la gente aclama a Dios, toda la gente alaba a Dios; todas las bocas nombran al único Dios verdadero. El reino ha descendido al mundo.

1. Toda la gente aclama a Dios, toda la gente alaba a Dios; todas las bocas nombran al único Dios verdadero, todas las personas levantan la vista para mirar las obras de Dios. El reino desciende al mundo. La persona de Dios es rica y plena. ¿Quién no celebraría por esto? ¿Quién no bailaría con gozo por esto? ¡Oh Sion! ¡Alza tu estandarte triunfante para celebrar a Dios! ¡Canta tu triunfante canción de victoria y difunde el nombre santo de Dios!

2. ¡Todas las cosas en la tierra! ¡Apresuraos a purificaros, a ofrecer sacrificios a Dios! ¡Estrellas en el cielo! ¡Ahora regresad a vuestros lugares y mostrad la grandeza de Dios en el firmamento! ¡Dios atiende a las voces de las personas en la tierra, derramando infinito amor y reverencia por Él en la canción! En este día, cuando todas las cosas rejuvenecen, Dios en persona viene a la tierra. En este momento, las flores florecen, los pájaros cantan, todo está lleno de júbilo. En el sonido del saludo del reino, el reino de Satanás se derrumba, destruido en el coro reverberante del himno del reino. ¡Y nunca más se levantará!

3. ¿Quién en la tierra se atreve a levantarse y resistir? A medida que Dios desciende a la tierra, Él trae ardor, trae ira, trae todos los desastres. ¡Los reinos terrenales ahora son el reino de Dios! Arriba en el cielo, las nubes caen y soplan; bajo el cielo, lagos y ríos surgen y producen una melodía conmovedora. Los animales en reposo salen de sus guaridas, y todos los pueblos que duermen son despertados por Dios. ¡El día que todos los pueblos han esperado finalmente ha llegado! ¡Ofrecen las canciones más bellas a Dios!

¿Qué pensáis cada vez que cantáis esta canción? (Muy entusiasmados; emocionados; pienso en lo gloriosa que es la belleza del reino; la humanidad y Dios se unirán por siempre). ¿Ha pensado alguien en la forma que debe adoptar el hombre para estar con Dios? En vuestra imaginación, ¿cómo debe ser una persona para unirse con Dios y disfrutar la vida gloriosa que sigue en el reino? (Deberían tener un carácter transformado). Deberían tener un carácter transformado, ¿pero hasta qué punto transformado? ¿Cómo serán después de que este haya cambiado? (Se volverán santos). ¿Cuál es el estándar de la santidad? (Todos sus pensamientos y consideraciones son compatibles con Cristo). ¿Cómo se manifiesta esa compatibilidad? (No resisten a Dios, no lo traicionan, sino que le ofrecen obediencia absoluta, y le temen en sus corazones). Algunas de vuestras respuestas están en el camino correcto. Abrid vuestros corazones, todos vosotros, y compartid lo que este os está diciendo. (Las personas que viven con Dios en el reino pueden cumplir con su deber, cumplir fielmente con su deber, persiguiendo la verdad sin que ninguna persona, acontecimiento u objeto las frene. Y se pueden alejar de la influencia de las tinieblas, alinear sus corazones con Dios, temerle y apartarse del mal). (Al mirar las cosas, nuestra perspectiva se puede alinear con Dios, y nosotros nos podemos alejar de la influencia de las tinieblas. El estándar mínimo es no ser explotado por Satanás, desechar de cualquier carácter corrupto, conseguir obedecer a Dios. Creemos que alejarse de la influencia de las tinieblas es el punto clave. Si alguien no lo consigue, no puede liberarse de las ataduras de Satanás, y no habrá alcanzado la salvación de Dios). (El estándar para el perfeccionamiento divino consiste en ser de un mismo corazón y una misma mente que Dios. El hombre ya no resiste a Dios; puede conocerse a sí mismo, poner la verdad en práctica, alcanzar el entendimiento de Dios, amarle, y alinearse con Él. Esto es lo único que se tiene que hacer).

El peso del desenlace en los corazones de las personas

Parece que tenéis algunos pensamientos acerca del camino que debéis seguir y habéis desarrollado cierta comprensión de él o apreciación por él. Que todo lo que dijisteis se convierta en palabras huecas, o en realidad verdadera, no obstante, depende de aquello a lo que le prestéis atención en vuestra práctica cotidiana. Habéis recogido una cosecha de todos los aspectos de la verdad a lo largo de los años, tanto en doctrinas como en el contenido de la verdad. Esto demuestra que, en la actualidad, las personas ponen énfasis en esforzarse por la verdad. Y como consecuencia, cada aspecto y cada elemento de la verdad han echado sin dudas raíces en los corazones de algunas personas. Sin embargo, ¿qué es lo que Yo más temo? Que aunque los asuntos de la verdad, y estas teorías, hayan echado sus raíces, el contenido práctico no haya tenido mucho peso en vuestros corazones. Cuando afrontéis problemas, pruebas, decisiones, ¿en qué medida seréis capaces de hacer un buen uso de la realidad de estas verdades? ¿Puede ayudaros a superar vuestras dificultades y a salir de vuestras pruebas, habiendo satisfecho la voluntad de Dios? ¿Os mantendréis firmes en vuestras pruebas y daréis un resonante testimonio de Dios? ¿Os han interesado estos asuntos anteriormente? Permitidme preguntaros: En vuestros corazones, en todos vuestros pensamientos y contemplaciones diarios, ¿qué es lo más importante para vosotros? ¿Habéis llegado alguna vez a una conclusión? ¿Qué os parece lo más importante? Algunas personas responden: "Poner en práctica la verdad, por supuesto"; otras contestan: "Leer la palabra de Dios cada día"; otras afirman: "Presentarme delante de Dios y orar a Él cada día, desde luego"; y después están aquellos que opinan: "Sin duda, cumplir con mi deber cada día de forma adecuada"; algunas personas incluso dicen que sólo están pensando en cómo satisfacer a Dios, cómo obedecerle en todas las cosas y cómo actuar en armonía con Su voluntad. ¿Son así las cosas? ¿Eso es todo? Por ejemplo, algunos dicen: "Sólo quiero obedecer a Dios, pero cuando algo ocurre no puedo hacerlo". Algunas personas declaran: "Sólo quiero satisfacer a Dios. Aunque pudiese satisfacerlo sólo una vez, estaría bien, pero nunca puedo satisfacerlo". Y algunas personas dicen: "Yo sólo quiero obedecer a Dios. En momentos de prueba sólo quiero someterme a Sus planes, obedecer a Su soberanía y Sus disposiciones sin quejas ni exigencias. Sin embargo, casi todas las veces soy incapaz de ser obediente". Otras personas dicen: "Cuando afronto decisiones, nunca puedo escoger poner en práctica la verdad. Siempre quiero satisfacer la carne, mis deseos personales egoístas". ¿A qué se debe esto? Antes de que llegue la prueba de Dios, ¿os habéis retado y puesto a prueba muchas veces? Ved si podéis obedecer y satisfacer realmente a Dios, y seguros de no traicionarlo. Ved si no podéis satisfaceros a vosotros mismos, vuestros deseos egoístas, y satisfacer sólo a Dios, libres de vuestras decisiones individuales. ¿Hay alguien así? En realidad, ante vuestros ojos sólo se ha colocado un hecho. Es aquello en lo que cada uno de vosotros está más interesado, lo que más queréis saber, y se trata del final y del destino de cada uno. Tal vez no seáis conscientes de ello, pero es innegable. Sé que algunos ya han estudiado varias veces la palabra de Dios en lo tocante a la verdad del final del hombre, de la promesa de Dios a la humanidad, y de la clase de destino al que Dios pretende llevar al ser humano. Después están los que la buscan una y otra vez, meditan sobre ella en su mente, y siguen sin obtener resultados, o quizás llegan a alguna conclusión ambigua. Al final siguen sin estar seguros de qué tipo de final les espera. Cuando aceptan la comunicación de la verdad, la vida de la iglesia y cumplen con sus deberes, la mayoría de las personas siempre quieren conocer la respuesta definitiva a las siguientes preguntas: ¿Cuál será mi final? ¿Podré seguir la senda hasta su final? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia el hombre? Algunas personas incluso se preocupan: he hecho y dicho algunas cosas en el pasado, le he desobedecido a Dios, he actuado a veces de un modo que ha traicionado a Dios, hubo algunos asuntos en los que no le satisfice, lastimé Su corazón, le decepcioné, hice que me aborreciese y detestase, por lo que mi final quizás sea una incógnita. Es justo decir que la mayoría de las personas se sienten inquietas respecto a su final. Nadie se atreve a decir: "Estoy totalmente convencido de que seré un superviviente; estoy cien por cien seguro de que puedo satisfacer los propósitos de Dios; soy una persona que según el corazón de Dios; soy una persona a la que Dios elogia". Algunas personas piensan que es particularmente difícil seguir el camino de Dios, y que poner en práctica la verdad es lo más difícil de todo. En consecuencia, estas personas creen que nadie las puede ayudar, y no se atreven a tener esperanza en cuanto a un buen final. O quizás creen que no pueden satisfacer los propósitos de Dios, que no pueden ser un superviviente, y por ello afirmarán no tener un final y no poder alcanzar un buen destino. Independientemente de cómo piensen con exactitud, todo el mundo se pregunta muchas veces por su final. En las cuestiones relativas a su futuro, a qué recibirán cuando Dios acabe Su obra, estos están siempre calculando, planificando. Algunos pagan el doble del precio; unos abandonan a sus familias y sus trabajos, otros renuncian a su matrimonio; los hay que dimiten para esforzarse por Dios y quienes dejan sus hogares para cumplir con su deber; algunos escogen las dificultades, y empiezan asumiendo la tarea más amarga y agotadora; algunos deciden dedicar sus riquezas, todo lo que tienen; y también están los que deciden buscar la verdad y el conocimiento de Dios. No importa cómo decidáis practicar, ¿es tan importante la manera en que lo hagáis? (No es importante). ¿Cómo explicamos, pues, que no lo es? Si la forma de hacerlo no tiene importancia, ¿qué la tiene? (Un buen comportamiento externo no es representativo de poner la verdad en práctica). (La opinión de todos no es lo importante. La clave está en si hemos puesto la verdad en práctica y si amamos a Dios). (La caída de anticristos y falsos líderes nos ayuda a entender que el comportamiento externo no es lo más importante. En apariencia han abandonado muchas cosas, y parecen dispuestos a pagar el precio, pero tras analizarlos podemos ver que simplemente su corazón no teme a Dios; se oponen a Él en todos los aspectos. Siempre están de parte de Satanás en los momentos críticos, interfiriendo en la obra de Dios. Por tanto, aquí las principales consideraciones son de qué lado estaremos cuando llegue el momento, y cuáles son nuestros puntos de vista). Todos habláis bien, y se diría que ya tenéis un entendimiento básico y un estándar para poner en práctica la verdad, los propósitos de Dios y lo que Él exige del hombre. Que seáis capaces de hablar así es muy emotivo. Aunque hay algunas palabras inapropiadas aquí y allá, vuestras declaraciones ya se están acercando a una explicación digna de la verdad. Esto demuestra que habéis desarrollado vuestros propios entendimientos reales de las personas, los acontecimientos y los objetos que os rodean, de todo vuestro entorno organizado por Dios, y de todo lo que podéis ver. Estos entendimientos se están acercando a la verdad. Aunque lo que dijisteis no es totalmente exhaustivo, y algunas palabras no son muy apropiadas, vuestros entendimientos ya se están acercando a la realidad de la verdad. Oíros hablar de esta forma me hace sentir bien.

Las creencias de las personas no pueden sustituir la verdad

Algunas personas pueden soportar dificultades, pagar el precio; su comportamiento externo es muy bueno, son muy respetadas y cuentan con la admiración de los demás. ¿Qué pensáis? ¿Puede este tipo de comportamiento externo considerarse una puesta en práctica de la verdad? ¿Podéis decir que esta persona está satisfaciendo los propósitos de Dios? ¿Por qué, una y otra vez, las personas ven a este tipo de individuos y se cree que están satisfaciendo a Dios, que siguen el camino de poner en práctica la verdad, que andan por el camino de Dios? ¿Por qué piensan así algunas personas? Sólo hay una explicación para ello. ¿Cuál es? Pues que un gran número de personas no tienen claro lo que es poner en práctica la verdad, satisfacer a Dios o poseer efectivamente la realidad de la verdad. Por ello, algunos son engañados con frecuencia por los que en apariencia son espirituales, nobles y tienen una imagen elevada. En lo que respecta a estos que pueden hablar de letras y doctrinas, y cuyo discurso y acciones parecen dignos de admiración, quienes son engañados por ellos jamás han analizado la esencia de sus acciones, los principios subyacentes a sus hechos, cuáles son sus objetivos. Y tampoco han verificado si estas personas obedecen verdaderamente a Dios, y si de verdad temen a Dios y se apartan del mal. Nunca han discernido la esencia de la humanidad de estas personas. En su lugar, desde el primer momento de conocerlas, llegan poco a poco a admirarlas, venerarlas, y, al final, estas personas acaban siendo sus ídolos. Además, en la mente de algunos, los ídolos a los que adoran, que creen que pueden abandonar a sus familias y sus trabajos, y que pagan el precio superficialmente, estos ídolos son los que están satisfaciendo realmente a Dios, los que pueden recibir de verdad un buen final y un buen destino. En su mente, estos ídolos son las personas que Dios elogia. ¿Qué induce a estas personas a tener este tipo de creencia? ¿Cuál es la esencia de esta cuestión? ¿A qué consecuencias puede llevar? Expongamos en primer lugar el tema de su esencia.

Estos asuntos relativos a los puntos de vista de las personas, sus prácticas, los principios que deciden practicar las personas y en qué hacen normalmente hincapié, no tienen, en esencia, nada que ver con las exigencias de Dios hacia la humanidad. Independientemente de si se están centrando en asuntos superficiales o profundos, en letras y doctrinas o realidad, las personas no se ciñen a lo que más deberían ajustarse ni saben lo que más deberían saber. Esto se debe a que la verdad no les gusta en absoluto. Por tanto, no están dispuestas a invertir tiempo y esfuerzo en la búsqueda y la práctica de principios en la palabra de Dios. Más bien prefieren utilizar atajos y resumir lo que entienden y lo que saben que es una buena práctica y un buen comportamiento. Para ellos, este resumen pasa a ser, pues, el objetivo a perseguir, la verdad a practicar. La consecuencia directa es que las personas utilizan el buen comportamiento humano como sustituto de poner en práctica la verdad, algo que también satisface su deseo de congraciarse con Dios. Esto les proporciona un capital con el que lidiar con la verdad, que también utilizan para razonar con Dios y competir con Él. Al mismo tiempo, las personas también lo dejan a Él de lado sin escrúpulos, y colocan al ídolo de su corazón en el lugar de Dios. Sólo existe una causa fundamental por la que estas personas llevan a cabo estas acciones ignorantes, tienen estos puntos de vista ignorantes, o puntos de vista y prácticas parciales, y hoy os hablaré de ello. La razón es que aunque las personas pueden seguir a Dios, orarle y leer Su palabra cada día, no entienden realmente Su voluntad. Esta es la raíz del problema. Si alguien entiende el corazón de Dios, lo que a Él le gusta, lo que Él detesta, lo que quiere, lo que rechaza, a qué clase de persona ama, qué clase de persona no le gusta, qué tipo de estándar aplica a las exigencias que le hace al hombre, qué tipo de enfoque adopta para perfeccionarle, ¿puede esa persona seguir teniendo sus propias ideas personales? ¿Puede simplemente ir y adorar a otro ser humano? ¿Puede una persona ordinaria ser su ídolo? Si uno entiende la voluntad de Dios, su punto de vista es algo más racional que todo eso. No van a idolatrar arbitrariamente a una persona corrupta ni tampoco creerán, mientras siguen el camino de poner en práctica la verdad, que ceñirse de forma arbitraria a unas simples reglas o principios equivale a poner en práctica la verdad.

Existen muchas opiniones concernientes al estándar por el cual Dios establece el desenlace del hombre

Volvamos a este tema y sigamos discutiendo el asunto del desenlace.

Como cada persona está preocupada por su desenlace, ¿sabéis cómo lo determina Dios? ¿De qué manera establece el desenlace de una persona? ¿Y qué tipo de estándar utiliza para ello? Y cuando el desenlace está aún por establecerse, ¿qué hace Dios para revelarlo? ¿Lo sabe alguien? Como acabo de decir, algunos ya han investigado la palabra de Dios durante mucho tiempo. Están buscando pistas sobre el desenlace de la humanidad, sobre las categorías en las que se divide este desenlace y sobre los diferentes desenlaces que esperan a los distintos tipos de personas. También quieren saber cómo establece la palabra de Dios el desenlace del hombre, el tipo de estándar que Dios utiliza, y la manera como Él establece el desenlace del hombre. No obstante, al final, estas personas nunca consiguen encontrar nada. De hecho, en la palabra de Dios se dice muy poco al respecto. ¿Por qué es así? Como el desenlace del hombre está aún por revelarse, Dios no quiere decirle a nadie lo que va a ocurrir al final ni desea comunicarle a nadie su destino antes de tiempo. La razón es que no tendría ningún beneficio para el hombre. Ahora, sólo quiero hablaros de la forma en que Dios establece el desenlace del hombre, acerca de los principios que Él emplea en Su obra para hacerlo y para manifestar dicho desenlace, así como sobre el estándar que utiliza para establecer si alguien puede o no sobrevivir. ¿No es esto lo que más os preocupa? ¿Cómo conciben, pues, las personas la forma en la que Dios establece el desenlace del hombre? Hace un momento hablasteis un poco sobre este asunto. Algunos de vosotros dijisteis que es cuestión de cumplir fielmente con los deberes, de esforzarse por Dios; otros afirmaron que se trata de obedecer y satisfacer a Dios; hubo quienes aseveraron que era estando a merced de Dios, y también quienes opinaron que llevando una vida discreta... Cuando ponéis estas verdades en práctica, cuando practicáis los principios de vuestra imaginación, ¿sabéis lo que Dios piensa? ¿Habéis considerado si actuar así está satisfaciendo o no los propósitos de Dios? ¿Si atiende a Su estándar? ¿A Sus exigencias? Creo que la mayoría de las personas no reflexiona realmente sobre ello. Se limitan a aplicar mecánicamente una parte de la palabra de Dios, de los sermones, o los estándares de cierto hombre espiritual al que adoran, obligándose a hacer esto o aquello. Creen que esta es la forma correcta, así que siguen ciñéndose a ella, llevándola a cabo sin importar lo que ocurra al final. Algunas personas piensan: "He creído durante muchos años; siempre lo he hecho así; siento que he satisfecho realmente a Dios y que he obtenido mucho de ello. Porque he llegado a entender muchas verdades durante este período, y muchas cosas que antes no entendía; en particular, muchas de mis ideas y opiniones han cambiado, mis valores de vida han cambiado mucho y tengo un entendimiento bastante bueno de este mundo". Estas personas creen que se trata de una cosecha y que es el resultado final de la obra de Dios para el hombre. En vuestra opinión, con estos estándares y considerando todas vuestras prácticas en conjunto, ¿estáis satisfaciendo los propósitos de Dios? Algunas personas responderán con toda certeza: "¡Por supuesto! Estamos practicando según la palabra de Dios, de acuerdo con lo que el de arriba hermano predicó y comunicó; estamos cumpliendo siempre con nuestro deber, siguiendo siempre a Dios, y nunca lo hemos dejado. Por tanto, podemos decir con total confianza que estamos satisfaciendo a Dios. No importa cuánto entendamos los propósitos de Dios, cuánto comprendamos de Su palabra, siempre hemos estado en el camino de buscar ser compatibles con Él. Si actuamos y practicamos de la forma correcta, el resultado será correcto". ¿Qué pensáis de esta perspectiva? ¿Es correcta? Quizás haya quienes digan: "Nunca pensé en esto antes. Solo creo que si continúo cumpliendo con mi deber y sigo actuando según las exigencias de la palabra de Dios, puedo sobrevivir. Nunca he considerado el asunto de si puedo satisfacer el corazón de Dios ni si estoy alcanzando el estándar que Él exige. Como Dios nunca me lo ha indicado ni me ha proporcionado instrucciones claras, creo que mientras siga así Él estará satisfecho y no debería tener ninguna exigencia adicional para mí". ¿Son estas creencias correctas? En lo que a Mí respecta, esta forma de practicar, de pensar, y estos puntos de vista traen consigo fantasías y un poco de ceguera. Cuando digo esto, tal vez algunos de vosotros os sintáis un poco desanimados: "¿Ceguera? Si es una 'ceguera', nuestra esperanza de salvación, de sobrevivir es muy escasa e incierta, ¿no es así? ¿No es Tu forma de expresarlo como derramar agua fría sobre nosotros?". Creáis lo que creáis, lo que digo y hago no tiene el propósito de haceros sentir como si se hubiese derramado agua fría sobre vosotros. Más bien la intención es mejorar vuestro entendimiento de los propósitos de Dios, y vuestra comprensión de lo que Él está pensando, lo que quiere lograr, qué tipo de persona le gusta, qué detesta, qué aborrece, a qué tipo de persona quiere ganar, y a qué tipo de persona desdeña. La intención es aportar claridad a vuestra mente, ayudaros a saber con nitidez cuánto se han desviado del estándar exigido por Dios las acciones y los pensamientos de todos y cada uno de vosotros. ¿Es necesario hablar de estos temas? Porque sé que habéis creído durante mucho tiempo, y habéis escuchado mucha predicación; sin embargo, son precisamente las cosas de las que más carecéis. Es posible que hayáis registrado cada verdad en vuestro cuaderno y también aquello que os parece personalmente importante en vuestra mente y en vuestro corazón. Planeáis usarlo cuando estéis practicando, para satisfacer a Dios; lo usáis cuando os encontréis en necesidad o atravesando los tiempos difíciles que tenéis ante vuestros ojos; o simplemente dejáis que estas verdades os acompañen mientras vivís vuestra vida. En lo que a Mí respecta, si sólo estáis practicando, la exactitud con la que lo hagáis no es importante. ¿Qué es, pues, lo más importante? Que mientras practiques, tu corazón sepa con toda certeza si todo lo que estás haciendo, cada hecho, es o no lo que Dios quiere; si todo lo que haces, todo lo que piensas, así como el resultado y el objetivo de tu corazón, satisfacen o no los propósitos de Dios, atienden o no a Sus exigencias y si Él lo aprueba o no. Estas son las cosas importantes.

Andar en el camino de Dios: temer a Dios y apartarse del mal

Existe un dicho del que deberíais tomar notas. Creo que es de suma importante, porque me viene a la mente numerosas veces cada día. ¿Por qué? Porque cada vez que tengo a alguien enfrente, que oigo la historia de alguien, que oigo su experiencia o su testimonio de fe en Dios, siempre uso este dicho para sopesar si ese individuo es o no el tipo de persona que Dios quiere, que le gusta. ¿Cuál es este dicho? Ahora todos estáis esperando con interés. Cuando lo revele, quizás os sintáis decepcionados, porque durante muchos años algunos lo han pronunciado demasiado de boca para afuera. En cuanto a Mí, nunca lo he hecho. Es un dicho que reside en Mi corazón. ¿Cuál es? "Anda en el camino de Dios: teme a Dios y apártate del mal". ¿No es una frase extremadamente simple? Aunque lo sea, quien posea un entendimiento genuino y profundo del mismo sentirá que tiene mucho peso; que es muy valioso para la práctica; que es el lenguaje de la vida con la realidad de la verdad; que es un objetivo para toda la vida, hacia el que luchar, cuando se busca satisfacer a Dios; y que es un camino a seguir durante toda la vida por todo aquel que sea considerado con los propósitos de Dios. Entonces ¿qué os parece? ¿Es este dicho la verdad? ¿Tiene esa clase de significado? Quizás haya personas que piensen en este dicho, intentando descifrarlo, y hasta haya quien sospeche del mismo: ¿es este dicho muy importante? ¿Es muy importante? ¿Es tan necesario y digno de hacer hincapié en él? Quizás a algunos no les guste demasiado, porque crean que tomar el camino de Dios y condensarlo en este único dicho es una simplificación demasiado excesiva. Tomar todo lo que Dios dijo y reducirlo a un dicho ¿no es esto hacerle parecer demasiado insignificante? ¿Es esto así? Podría ser que la mayoría de vosotros no entendáis del todo el profundo significado detrás de estas palabras. Aunque habéis tomado una nota del mismo, no tenéis intención de darle cabida en vuestro corazón; sólo lo escribís en vuestro cuaderno, lo repasáis y meditáis en ello en vuestro tiempo libre. Otras personas ni siquiera se molestarán en memorizarlo, y no digamos ya intentar darle buen uso. ¿Pero por qué expongo este dicho? Independientemente de vuestra perspectiva, o de lo que penséis tengo que hablar del mismo, porque es extremadamente relevante para la forma en que Dios establece los desenlaces del hombre. No importa cómo entendáis ahora este dicho ni cómo lo tratéis, Yo seguiré diciéndoos: Si alguien puede practicar este dicho de la manera adecuada y llegar al estándar de temer a Dios y apartarse del mal, tiene garantizado el ser un superviviente, a tener un buen final. Si no puedes alcanzar el estándar establecido por este dicho, podría decirse que tu desenlace es una incógnita. Os hablo, pues, sobre este dicho para vuestra propia preparación mental, y para que sepáis según qué tipo de estándar os mide Dios. Como acabo de explicar, este dicho es extremadamente relevante para la salvación del hombre por parte de Dios, y para la forma en que Él establece el final del hombre. ¿Dónde radica esta relevancia? Os gustaría saberlo de verdad, así que hablaremos de ello hoy.

Dios usa distintas pruebas para comprobar si las personas temen a Dios y se apartan del mal

En cada era, Dios otorga algunas palabras al hombre cuando obra en el mundo, y le comunica algunas verdades. Estas le sirven de camino al que debe adherirse, por el que debe andar, la senda que le permite al hombre temer a Dios y apartarse del mal, el que las personas deberían poner en práctica y respetar en sus vidas y a lo largo de sus viajes vitales. Por estas razones Dios le concede estas palabras al hombre; y este debería respetarlas, porque vienen de Él y porque observarlas es recibir vida. Si alguien no las cumple, no las pone en práctica, y no las vive en su vida, no está practicando la verdad. Y si esto es así ni le teme a Dios, ni se aparta del mal, ni puede satisfacer a Dios. Si alguien no puede satisfacerle tampoco puede recibir la aprobación de Dios; este tipo de persona no tiene desenlace. Por tanto, ¿cómo establece Dios el final de una persona en el transcurso de Su obra? ¿Qué método utiliza Dios para establecer el final del hombre? Quizás no lo tengáis demasiado claro ahora, pero cuando os detalle el proceso quedará bastante claro. Esto se debe a que muchas personas ya lo han experimentado por sí mismas.

A lo largo de la obra de Dios, desde el principio hasta ahora, Dios ha dispuesto pruebas para cada persona, o, mejor dicho, para cada persona que le sigue, y estas son de distinto calibre. Están aquellos que han experimentado la prueba del rechazo de su familia; los que han pasado por la prueba de un entorno adverso; los que han sufrido la prueba de ser arrestados y torturados; los que han tenido que afrontar una elección; y los que han hecho frente a las pruebas del dinero y el estatus. En general, cada uno de vosotros se ha enfrentado a todo tipo de pruebas. ¿Por qué obra Dios así? ¿Por qué trata a todos así? ¿Qué tipo de resultado quiere ver? Esta es la idea importante de lo que quiero deciros: Dios quiere ver si la persona es de las que le temen y se apartan del mal. Esto significa que cuando Dios te está enviando una prueba, haciendo que te enfrentes a alguna circunstancia, quiere comprobar si eres o no el tipo de persona que le teme, que se aparta del mal. Si alguien se enfrenta al deber de custodiar una ofrenda, y entra en contacto con la ofrenda de Dios, ¿piensas que es algo que Él ha organizado? ¡Sin lugar a duda! Todo lo que afrontas está organizado por Dios. Cuando le hagas frente a este asunto, Dios te observará en secreto, viendo cómo eliges, cómo practicas, en qué estás pensando. El resultado final es lo que más le preocupa, ya que es lo que le permitirá medir si has logrado o no Su estándar en esta prueba. Sin embargo, cuando las personas afrontan algún asunto no suelen pensar por qué sucede ni tampoco en el estándar que Dios exige. No piensan en lo que Él quiere ver de ellos, qué quiere obtener de ellos. Cuando este tipo de persona tiene que enfrentarse a un asunto concreto, sólo piensa: "Esto es algo a lo que me enfrento; ¡debo tener cuidado, no descuidarme! Sea lo que sea, esta es una ofrenda de Dios y no la puedo tocar". Esta persona cree que puede cumplir con su responsabilidad teniendo un pensamiento tan simplista. ¿Estaría Dios satisfecho con el resultado de esta prueba? ¿No lo estaría? Podéis debatirlo. (Si alguien teme a Dios en su corazón, al enfrentarse a la obligación que le permite entrar en contacto con Su ofrenda, consideraría lo fácil que resultaría ofender Su carácter, por lo que se aseguraría de proceder con cautela). Tu respuesta va por el camino correcto, pero aún le falta. Andar en el camino de Dios no tiene que ver con observar reglas de forma superficial. Más bien significa que al enfrentarte a un asunto, ante todo lo veas como una circunstancia organizada por Dios, una responsabilidad que Él te ha concedido, o algo que Él te ha confiado; durante el proceso deberías considerarlo incluso como una prueba de Dios. Por ello, debes tener un estándar, pensar que procede de Dios. Debes reflexionar en cómo lidiar con ello de forma que puedas cumplir con tu responsabilidad, y ser fiel a Dios; en cómo hacerlo y no enfurecerle ni ofender Su carácter. Acabamos de hablar de la custodia de ofrendas. Esto no sólo implica ofrendas, sino también tu deber y tu responsabilidad. Estás obligado a cumplir esta responsabilidad. Sin embargo, cuando te enfrentas a este asunto, ¿existe alguna tentación? ¡La hay! ¿De dónde viene? De Satanás, y también proviene del carácter malvado y corrupto del hombre. Al haber tentación, esta implica mantenerse firme en el testimonio; mantenerse firme en el testimonio también es tu responsabilidad y deber. Algunas personas dicen: "Esto es un asunto tan pequeño; ¿realmente es necesario hacer una montaña del mismo?". ¡Sí lo es! Porque para andar en el camino de Dios, no podemos descuidar nada que tenga que ver con nosotros, o que ocurra a nuestro alrededor; ni siquiera las cosas pequeñas. Independientemente de que nos parezca que debamos prestarle atención o no, mientras le estemos haciendo frente a un asunto, no deberíamos pasarlo por alto. Deberíamos considerarlo todo como una prueba de Dios para nosotros. ¿Cómo es este tipo de actitud? Actuando así confirmas un hecho: tu corazón le teme a Dios, y está dispuesto a apartarse del mal. Si tienes este deseo de satisfacer a Dios, lo que pones en práctica no está lejos del estándar de temer a Dios y apartarse del mal.

A menudo están los que creen que los asuntos a los que las personas no prestan mucha atención, lo que no se suelen mencionar, son simples nimiedades menores, y que no tienen nada que ver con poner en práctica la verdad. Cuando estas personas se enfrentan a uno de esos asuntos, no piensan mucho en ellos y los dejan pasar. Pero en realidad, son lecciones que deberías estudiar, lecciones sobre cómo temer a Dios, sobre cómo apartarse del mal. Además, lo que debería preocuparte más es saber lo que Él está haciendo cuando este asunto surge delante de ti. Él está justo a tu lado, observando cada una de tus palabras y de tus hechos, considerando tus acciones, tus cambios de opinión; esta es la obra de Dios. Algunos dicen: "¿Entonces por qué no lo siento?". No lo has sentido, porque el camino de temer a Dios y apartarse del mal no ha sido para ti el más importante al que adherirte. Por tanto, no puedes sentir la obra sutil de Dios en el hombre, que se manifiesta de acuerdo a los diferentes pensamientos y acciones de las personas. ¡Eres un cabeza de chorlito! ¿Qué es un asunto grande o uno pequeño? Los asuntos que implican andar en el camino de Dios no se dividen en grandes o pequeños. ¿Podéis aceptarlo? (Podemos aceptarlo). En términos de las cuestiones cotidianas, las personas consideran que algunos son muy grandes y significativos, y opinan que otros son minucias. Las personas suelen estimar que estos grandes asuntos son los de suma importancia y, por tanto, que Dios los ha enviado. Sin embargo, a lo largo del desarrollo de estos, debido a la estatura inmadura del hombre, a su pobre calibre, es frecuente que no esté al día de los propósitos de Dios, que no pueda obtener revelación alguna ni adquirir un conocimiento real que sea valioso. En lo que respecta a los asuntos pequeños, el hombre simplemente los pasa por alto, los deja transcurrir poco a poco. Así, han perdido muchas oportunidades de ser examinados delante de Dios, de que Él los ponga a prueba. Si siempre pasas por alto a las personas, las cosas, los asuntos y las circunstancias que Dios arregla para ti, ¿qué significará esto? Quiere decir que cada día, cada momento, estás renunciando a tu perfeccionamiento por parte de Dios y a Su liderazgo. Siempre que Él organiza una circunstancia para ti, está mirando en secreto, contemplando tu corazón, tus pensamientos y consideraciones, viendo cómo piensas, cómo actuarás. Si eres una persona descuidada -alguien que nunca se ha tomado en serio el camino de Dios, Su palabra, o la verdad- no serás consciente, no prestarás atención a aquello que Dios quiere completar y que exige de ti al organizar tus circunstancias. Tampoco sabrás cómo las personas, las cosas y los asuntos con los que te encuentras, se relacionan con la verdad o con las intenciones de Dios. Después de enfrentarte a circunstancias y pruebas repetidas como esta, y que Dios no vea logro alguno con tu nombre, ¿cómo procederá? Después de enfrentarte repetidamente a pruebas, no lo magnificas en tu corazón ni tratas las circunstancias que Él organiza para ti como lo que son: pruebas o exámenes de Dios. En su lugar, rechazas una tras otra las oportunidades que Él te concede, y las dejas escapar una y otra vez. ¿No es esto una gran desobediencia por parte del hombre? (Lo es). ¿Se apenará Dios por esto? (Sí). ¡Dios no se apenará! Oírme hablar así os ha impactado una vez más. Después de todo, ¿no se dijo anteriormente que Dios siempre se aflige? ¿Dios no estará afligido? Entonces, ¿cuándo lo estará? En cualquier caso, Dios no se afligirá por esta situación. Entonces, ¿cuál es la actitud de Dios hacia el tipo de conducta explicada previamente? Cuando las personas rechazan las pruebas, los exámenes que Dios les envía, cuando rehúyen de ellos, Dios sólo tiene una actitud hacia ellas. ¿Cuál es? Dios desdeña a esta clase de persona desde lo más profundo de Su corazón. Existen dos tipos de significado para la palabra "desdeñar". ¿Cómo los explico? En el más profundo, la palabra tiene connotaciones de aborrecimiento, de odio. ¿Y en el segundo nivel de significado? Esta es la parte que implica abandonar algo. Todos sabéis lo que significa "abandonar", ¿correcto? En resumen, desdeñar significa la reacción y actitud definitivas de Dios hacia estas personas que se están comportando de esa forma. Es un odio extremo hacia ellas, repugnancia, y por tanto la decisión de abandonarlas. Esta es la decisión final de Dios hacia una persona que nunca ha andado en Su camino, que nunca le ha temido y que no se ha apartado del mal. ¿Podéis ver ahora, todos vosotros, la importancia de este dicho que he pronunciado?

¿Entendéis ahora el método que Dios utiliza para establecer el desenlace del hombre? (Arreglar diferentes circunstancias cada día). Arreglar diferentes circunstancias, esto es lo que las personas pueden sentir y tocar. ¿Qué motivo tiene Dios para ello? La razón es que Él quiere probar a todas y cada una de las personas en maneras diferentes, en tiempos diferentes y en lugares diferentes. ¿Qué aspectos del hombre se someten a examen en la prueba? Si eres o no el tipo de persona que teme a Dios y se aparta del mal en cada asunto que afrontas, oyes, ves, y experimentas personalmente. Todo el mundo se enfrentará a esta clase de prueba, porque Dios es justo con todos. Algunos afirman: "He creído en Dios durante muchos años; ¿cómo es que no me he enfrentado a ninguna prueba?". Sientes que no lo has hecho, porque siempre que Dios ha dispuesto circunstancias para ti, no las has tomado en serio, y nunca has querido andar en Su camino. Por tanto, sencillamente no tienes sentido alguno de las pruebas de Dios. Algunos declaran: "He afrontado unas cuantas pruebas, pero no conozco la forma apropiada de practicar. Aunque he practicado, sigo sin saber si me mantuve firme durante las pruebas". Las personas que están en este tipo de situación no son, desde luego, una minoría. ¿Cuál es, pues, el estándar por el que Dios mide a las personas? Como indiqué hace unos momentos: ¿temes a Dios y te apartas del mal en todo lo que haces, piensas y expresas? Así se determina si eres o no una persona que teme a Dios y se aparta del mal. ¿Es este un concepto simple? Resulta bastante fácil decirlo, ¿pero se pone en práctica con facilidad? (No es tan fácil). ¿Por qué no es tan fácil? (Porque las personas no conocen a Dios, no saben cómo perfecciona Él al hombre y, por tanto, cuando se enfrentan a los asuntos no saben cómo buscar la verdad para resolver su problema; las personas deben pasar por diversas pruebas, refinamientos, castigos y juicios, antes de lograr la realidad de temer a Dios). Lo expresas así, pero en lo que a ti respecta, temer a Dios y apartarse del mal parece fácilmente realizable ahora. ¿Por qué digo esto? Porque habéis escuchado muchos sermones y recibido no poco riego de la realidad de la verdad. Esto os ha permitido entender cómo temer a Dios y apartaros del mal en términos de teoría y pensamiento. En cuanto a practicarlo, todo esto ha sido útil y os ha hecho sentir que se puede lograr fácilmente. Entonces, ¿por qué nadie puede conseguirlo en realidad? Porque la esencia de la naturaleza del hombre no teme a Dios, y ama el mal. Esta es la verdadera razón.

No temer a Dios y no apartarse del mal es oponerse a Dios

Comencemos por ocuparnos de la procedencia del dicho "temer a Dios y apartarse del mal". (El libro de Job). Ahora que habéis mencionado a Job, hablemos de él. ¿Estaba Dios obrando en su época, para la conquista y la salvación del hombre? No lo estaba, ¿o sí? Y en lo que a Job respecta, ¿cuánto conocimiento de Dios tenía en ese momento? (No mucho). ¿Y cómo se compara ese conocimiento de Dios con el que vosotros tenéis ahora? ¿Cómo puede ser que no os atreváis a responder a esto? ¿Era el conocimiento de Job mayor o menor que el vuestro? (Menor). Esta es una pregunta muy fácil de responder. ¡Menor! ¡Con toda seguridad! Ahora estáis cara a cara con Dios, y con Su palabra. Vuestro conocimiento de Dios es mucho mayor que el de Job. ¿Por qué menciono esto ahora? ¿Por qué hablo así? Me gustaría explicaros un hecho, pero antes quiero haceros una pregunta: Job sabía muy poco de Dios, pero podía temerle y apartarse del mal. ¿Por qué son incapaces de hacerlo las personas de nuestros días? (Profunda corrupción). Profunda corrupción, esa es la superficie de la cuestión, pero Yo nunca lo veré así. Con frecuencia tomáis doctrinas y letras de las que soléis hablar, como "corrupción profunda", "rebelarse contra Dios", "deslealtad hacia Dios", "desobediencia", "no amar la verdad", y usáis estas frases para explicar la esencia de cada cuestión. Esta es una forma errónea de practicar. Utilizar la misma respuesta para explicar cuestiones de naturalezas distintas suscita, inevitablemente, sospechas de blasfemia contra la verdad y contra Dios. No me gusta oír este tipo de respuesta. ¡Pensad en ello! Ninguno de vosotros ha pensado en este asunto, pero cada día puedo verlo y sentirlo. Por tanto, vosotros hacéis y Yo observo. Cuando actuáis no podéis percibir la esencia de este asunto. Pero cuando lo veo, sí puedo advertir y sentir su esencia. ¿Cuál es, pues, esta esencia? ¿Por qué no pueden las personas de estos días temer a Dios y apartarse del mal? Vuestras respuestas están bastante lejos de explicar la esencia de esta cuestión, y no pueden resolverla. Esto se debe a que existe una fuente de la que no sabéis nada. ¿Cuál es? Sé que queréis oír sobre ella, así que os hablaré acerca de la fuente de esta cuestión.

Al principio de la obra de Dios, ¿cómo consideraba Él al hombre? Dios lo rescató; lo consideró un miembro de Su familia, el objetivo de Su obra, aquello que quería conquistar, salvar y perfeccionar. Esta era la actitud de Dios hacia el hombre al principio de Su obra. ¿Pero cuál era la actitud del hombre hacia Dios en aquel momento? Dios era extraño para el hombre, que lo consideraba como un desconocido. Podría decirse que su actitud hacia Dios no cosechó los resultados correctos y que no tenía claro cómo debía tratarle. Lo trataba, por tanto, como le parecía, y actuaba como creía oportuno. ¿Tenía el hombre un punto de vista sobre Dios? Al principio, ninguno. El denominado punto de vista del hombre consistía, sencillamente, de algunos conceptos e imaginaciones respecto a Dios. Aquello que se ajustaba a los conceptos de las personas fue aceptado; lo que no se ajustaba, se obedecía de manera superficial; sin embargo, en sus corazones las personas chocaban fuertemente con ello y se oponían. Así era la relación entre el hombre y Dios al principio: Dios consideraba al ser humano como un miembro de Su familia, pero este le trataba como a un desconocido. Pero después de un período en el que Dios obró, el hombre llegó a entender lo que Él intentaba conseguir. Las personas llegaron a saber que Dios era el Dios verdadero, y lo que el hombre podía obtener de Él. ¿Cómo consideraba el hombre a Dios en aquel momento? Como un salvavidas del que esperaba obtener gracia, bendiciones, promesas. ¿Y cómo veía Dios al hombre en esa coyuntura? Como el objetivo de Su conquista. Dios quería usar palabras para juzgar al hombre, para ponerlo a prueba, para probarlo. Pero en lo que a la humanidad respectaba en aquel punto de la historia, Dios era un objeto al que podían utilizar para conseguir sus metas. Las personas veían que la verdad que Él promulgaba las podía conquistar y salvar, y que tenían la oportunidad de obtener aquello que querían de Dios, el destino deseado. Por esto, en sus corazones se formó una pequeña pizca de sinceridad, y estuvieron dispuestas a seguir a ese Dios. Transcurrió algún tiempo, y las personas adquirieron algún conocimiento superficial y doctrinal de Dios. Podría decirse que se estaban "familiarizando" cada vez más con Él. Por la palabra hablada por Él, Su predicación, la verdad promulgada y Su obra, las personas estaban cada vez más "familiarizadas". Entonces pensaron erróneamente que Dios había dejado de ser un desconocido, y que ellos caminaban ya por la senda de la compatibilidad con Él. Hasta ahora, las personas han escuchado muchos sermones sobre la verdad, y han experimentado mucho de la obra de Dios. Sin embargo, bajo las interferencias y obstrucciones de muchos factores y circunstancias diferentes, la mayoría de las personas no consigue poner en práctica la verdad ni satisfacer a Dios. Las personas son cada vez más vagas y menos confiadas. Sienten, cada vez más, que su desenlace es desconocido. No se atreven a tener ideas extraordinarias, y no buscan progresar; simplemente siguen avanzando paso a paso, con reticencia. Respecto al estado actual del hombre, ¿cuál es la actitud de Dios hacia este? Su único deseo es entregarle estas verdades, infundirle Su camino y disponer después diversas circunstancias con el fin de ponerle a prueba de diferentes maneras. Su objetivo consiste en tomar estas palabras, estas verdades, y Su obra, y dar lugar a un desenlace en el que el hombre pueda temer a Dios y apartarse del mal. La mayoría de las personas que he visto sólo toman Su palabra y la consideran como doctrinas, letras, reglas a observar. Cuando abordan cosas y hablan, o se enfrentan a pruebas, no consideran que el camino de Dios sea el camino a observar. Esto es especialmente cierto cuando las personas se enfrentan a pruebas importantes; no he visto a nadie que practicara en la dirección de temer a Dios y apartarse del mal. Debido a esto, la actitud de Dios hacia el hombre está llena de un desprecio y una aversión extremos. Después de que Él haya enviado una y otra vez pruebas a las personas, hasta centenares de veces, estas siguen sin tener una actitud clara que demuestre su determinación: ¡quiero temerle a Dios y apartarme del mal! Al no tener ese valor ni hacer este tipo de demostración, la actitud presente de Dios hacia ellas ya no es la misma que en el pasado, cuando Él extendía misericordia, tolerancia, aguante y paciencia. En su lugar, está extremadamente decepcionado con el hombre. ¿Quién provocó esta desilusión? ¿De quién depende el tipo de actitud que Dios tiene hacia el hombre? De cada persona que sigue a Dios. Durante el transcurso de Sus muchos años de obra, Él le ha exigido mucho al hombre, y ha dispuesto muchas circunstancias para él. Pero comoquiera que haya actuado, y cualquiera que sea su actitud hacia Dios, el hombre no puede practicar en claro acuerdo con el objetivo de temer a Dios y apartarse del mal. Lo resumiré, pues, en un dicho, y lo utilizaré para explicar todo aquello de lo que hablamos sobre por qué las personas no pueden andar en el camino de Dios, temerle y apartarse del mal. ¿Cuál es este dicho? Es el siguiente: Dios considera al hombre el objeto de Su salvación, el objeto de Su obra; el hombre considera a Dios su enemigo, su antítesis. ¿Te queda ahora claro este asunto? Cuál es la actitud del hombre; cuál es la de Dios; cuál es la relación entre el hombre y Dios; todo está muy claro. Independientemente de las muchas predicaciones que hayáis escuchado, las cosas que hayáis recapitulado para vosotros -como ser fieles a Dios, obedecerle, buscar el camino de la compatibilidad con Él, querer dedicarle toda una vida, vivir para Él-, para Mí estas cosas no son andar conscientemente en el camino de Dios, que consiste en temerle y apartarse del mal. En su lugar, existen canales a través de los cuales podéis alcanzar ciertas metas. Para ello, observáis con reticencia algunas reglas. Y son precisamente estas las que alejan aún más a las personas del camino del temor a Dios y de apartarse del mal, y vuelven a colocarlo una vez más a Él en la oposición contra el hombre.

La cuestión de la que estamos hablando hoy es un poco densa; sin embargo, de un modo u otro sigo esperando que cuando paséis por las experiencias y los tiempos venideros podáis hacer lo que os acabo de decir. No descuidéis a Dios ni lo consideréis aire, sintiendo que existe en ocasiones, cuando os resulta útil, pero sintiendo que no lo hace cuando no tiene utilidad alguna para vosotros. Cuando, inconscientemente, posees este tipo de entendimiento, ya has enfurecido a Dios. Quizás algunas personas digan: "No considero que Dios sea aire; siempre le oro, le satisfago, y todo lo que hago se encuentra en el ámbito, el estándar y los principios exigidos por Él. Desde luego que no estoy actuando según mis propias ideas". Sí, la manera en la que estás afrontando las cosas es correcta. ¿Pero cómo piensas cuando afrontas un asunto cara a cara? ¿Cómo practicas cuando te enfrentas a un asunto? Algunas personas sienten que Dios existe cuando oran y apelan a Él. Pero cuando se enfrentan a una situación, se les ocurren sus propias ideas y quieren acatarlas. Esto es considerar a Dios como aire. Este tipo de situación lo vuelve inexistente. Las personas piensan que Él debería existir cuando lo necesitan, y dejar de hacerlo cuando no lo precisan. Piensan que basta con practicar sus propias ideas. Creen ser capaces de hacer las cosas como les agradan. Simplemente piensan que no necesitan buscar el camino de Dios. Las personas que están actualmente en este tipo de condición, este tipo de estado, ¿no se hallan al filo del peligro? Algunos dicen: "Independientemente de si estoy o no al borde del peligro, he creído durante muchos años, y estoy persuadido de que Dios no me abandonará, porque Él no lo soportaría". Otros afirman: "Incluso desde el vientre de mi madre, yo creía en el Señor, todo el tiempo hasta ahora; cuarenta o cincuenta años en total. En términos de tiempo, soy el más cualificado para ser salvado por Dios, para sobrevivir. A lo largo de este período de cuatro o cinco décadas, abandoné a mi familia y mi trabajo. Entregué todo lo que tenía, como el dinero, el estatus, el disfrute y el tiempo con la familia; no he comido muchos alimentos deliciosos; no he disfrutado de muchas cosas divertidas; no he visitado muchos lugares interesantes; he experimentado sufrimientos que las personas ordinarias no podrían soportar. Si Dios no puede salvarme por todo esto, estoy recibiendo un trato injusto y no puedo creer en un tipo de Dios así". ¿Existen muchas personas que opinen así? (Sí, son muchas). Entonces, hoy os ayudaré a entender una realidad: todos y cada uno de los que tienen este tipo de opinión cavan su propia fosa sin darse cuenta. Esto se debe a que están usando sus propias imaginaciones para taparse los ojos. Y son precisamente estas y sus propias conclusiones las que reemplazan el estándar de lo que Dios exige del hombre, evitando que acepten Sus verdaderas intenciones, haciéndoles de forma que no puedan sentir Su verdadera existencia, y haciendo que pierdan su oportunidad de ser perfeccionados por Él y no tener parte en Su promesa.

Cómo establece Dios el desenlace del hombre y el estándar por medio del cual lo hace

Antes de tener cualquiera de tus opiniones o conclusiones, deberías entender primero la actitud de Dios hacia ti, lo que Él está pensando, y después decidir si tu propio pensamiento es o no correcto. Dios nunca ha usado unidades de tiempo para establecer el desenlace de una persona ni ha utilizado la cantidad de sufrimiento soportado por alguien para ello. ¿Qué usa, pues, Dios como estándar para establecer el final del hombre? Lo que más se ajusta a los conceptos de las personas es la utilización de unidades de tiempo para establecer el final de las personas. Y también hay individuos a los que veis a menudo, quienes en un punto dedicaron, invirtieron, pagaron y sufrieron mucho. Estos son los que, en vuestra opinión, Dios puede salvar. Todo lo que estas personas muestran y viven es precisamente el concepto que la humanidad tiene del estándar por el cual Dios establece el desenlace del hombre. Independientemente de lo que creáis, no enumeraré estos ejemplos uno por uno. En resumen, siempre y cuando no sea el estándar del propio pensamiento de Dios, entonces es algo que procede de la imaginación del hombre, y todo pertenece a los conceptos del hombre. ¿Cuál es la consecuencia de insistir ciegamente en tu propio concepto e imaginación? Obviamente, la consecuencia sólo puede ser el desdén de Dios hacia ti. Esto se debe a que siempre alardeas de tus cualificaciones delante de Él, compites con Él, y discutes con Él; ni siquiera intentas comprender de verdad Su pensamiento ni Sus propósitos, ni Su actitud hacia la humanidad. Proceder así es ensalzarte a ti mismo por encima de todo, y no honrar a Dios. Tú crees en ti mismo; no crees en Él. Dios no quiere ni salvará a este tipo de persona. Si eres capaz de abandonar un punto de vista así, y rectificas tus opiniones incorrectas del pasado; si pudieras proceder según Sus exigencias; comenzar a practicar el camino de temer a Dios y apartarte del mal desde ahora en adelante; lograr honrar a Dios, porque es grande en todas las cosas; no uses tus propias fantasías, tus puntos de vista ni tus creencias personales para definirte, definir a Dios. Si en vez de ello buscas Sus propósitos en todos los aspectos, logras una conciencia y un entendimiento de Su actitud hacia la humanidad, y usas el estándar de Dios para satisfacerle, ¡sería maravilloso! Esto significaría que estás a punto de emprender el camino de temer a Dios y apartarte del mal.

Como Dios no usa el que las personas piensen de un modo u otro ni sus ideas y sus puntos de vista, como estándar para establecer el desenlace del hombre, ¿qué tipo de estándar utiliza Él, pues? Dios usa las pruebas para ello. Existen dos estándares para utilizar las pruebas en el establecimiento del final del hombre: el primero es la cantidad de pruebas por las que pasan las personas, y el segundo es el resultado de ellas en las mismas. Estos dos indicadores establecen el desenlace del hombre. Ahora profundizaremos en ambos.

Ante todo, cuando te enfrentas a una prueba de Dios (nota: es posible que a tus ojos esta sea pequeña y no merezca la pena mencionarla), Él te hará claramente consciente de que se trata de Su mano sobre ti, y de que Él ha dispuesto esta circunstancia para ti. Cuando tu estatura es inmadura, Dios dispondrá pruebas con el fin de examinarte y estas se corresponderán con tu estatura, con aquello que eres capaz de entender y de resistir. ¿Probar qué parte de ti? Tu actitud hacia Dios. ¿Es esto tan importante? ¡Por supuesto que lo es! Es más, ¡es especialmente importante! Y es que esta actitud del hombre es el resultado que Dios quiere, lo más importante en lo que a Él respecta. De lo contrario, no dedicaría Sus esfuerzos a las personas involucrándose en estos tipos de obra. Dios quiere ver tu actitud hacia Él por medio de estas pruebas; comprobar si estás o no en el camino correcto; y verificar si le temes y te apartas del mal. Por tanto, independientemente de que entiendes mucho o poco de la verdad en ese momento particular, continuarás enfrentándote a la prueba de Dios, y siguiendo cualquier incremento en la cantidad de verdad que entiendas, Él seguirá disponiendo las pruebas que te correspondan. Cuando vuelvas a enfrentarte a una prueba, Dios quiere ver si tu punto de vista, tus ideas, y tu actitud hacia Él han crecido entretanto. Algunos dicen: "¿Por qué Dios quiere ver siempre las actitudes de las personas? ¿Acaso no ha visto que han puesto en práctica la verdad? ¿Por qué iba a seguir queriendo ver las actitudes de las personas?". ¡Esto es parloteo irracional! Si Dios procede así, será que Sus propósitos radican en eso. Dios siempre observa a las personas desde su lado, viendo cada una de sus palabras y sus hechos, todos sus actos y movimientos, incluso cada pensamiento e idea. Todo lo que les ocurre a las personas: sus buenas obras, sus errores, sus transgresiones, e incluso sus rebeliones y traiciones, Dios las recogerá como pruebas cuando establezca sus desenlaces. A medida que Dios edifica paso a paso, cada vez oyes más verdad, cada vez aceptas más cosas positivas, información positiva, y la realidad de la verdad. En el transcurso de este proceso, las exigencias de Dios para ti también aumentarán. Al mismo tiempo, Él dispondrá pruebas mayores para ti. Su objetivo es examinar si tu actitud hacia Él ha madurado mientras tanto. Por supuesto, durante este tiempo, el punto de vista que Él exige de ti se ajusta a tu entendimiento de la realidad de la verdad.

Conforme tu estatura va creciendo gradualmente, el estándar que Dios exige de ti también va en aumento gradualmente. Cuando eres inmaduro, Dios te da un estándar muy bajo; cuando tu estatura es un poco mayor, te atribuirá un estándar un poco mayor. ¿Pero qué hará Dios contigo una vez hayas entendido toda la verdad? Hará que te enfrentes a pruebas aún mayores. Lo que Dios quiere obtener, lo que quiere ver en medio de ellas es que tengas un conocimiento más profundo de Él y un temor verdadero. En ese momento, las exigencias de Dios para ti serán mayores y "más duras" que cuando tu estatura era más inmadura (nota: las personas lo consideran duro, pero para Dios es realmente razonable). Cuando Él hace que las personas pasen por pruebas, ¿qué tipo de realidad quiere crear? Él les está pidiendo de forma constante que le entreguen su corazón. Algunos dirán: "¿Cómo se hace eso? Yo cumplo con mi deber, abandoné mi hogar y mi sustento, me esforcé por Dios. ¿No son todas estas cosas ejemplos de haberle dado mi corazón? ¿De qué otra forma podría hacerlo? ¿Acaso estas cosas no son ejemplos de entrega de mi corazón a Dios? ¿Cuál es Su exigencia específica?". Es una demanda muy simple. De hecho, algunas personas ya han entregado su corazón a Dios en diversos grados y en distintas etapas de sus pruebas. Pero la inmensa mayoría de ellas nunca lo hacen. Cuando Él te pone una prueba, verifica si tu corazón está con Él, con la carne o con Satanás. Cuando Él te pone una prueba, comprueba si estás en una postura de oposición a Él o compatible con Él, y si tu corazón está del mismo lado que Él. Cuando eres inmaduro y te enfrentas a pruebas, tu confianza es muy baja, y no sabes exactamente qué necesitas hacer para satisfacer los propósitos divinos, porque tu entendimiento respecto a la verdad es limitado. A pesar de todo esto, aún puedes orar genuina y sinceramente a Dios, estar dispuesto a darle tu corazón, hacer de Él tu soberano, y estar dispuesto a ofrecerle aquellas cosas que te parecen más valiosas. En esto consiste haberle entregado ya tu corazón. A medida que vas escuchando más predicación y entiendes mejor la verdad, tu estatura también irá madurando. El estándar que Dios te exige en este momento no es el mismo que cuando eras inmaduro; Él exige un estándar más alto que ese. Cuando el hombre le entrega a Dios su corazón gradualmente, se acerca cada vez más a Él; cuando el hombre puede acercarse de verdad a Dios, él cada vez tendrá un corazón que le teme. Esta es la clase de corazón que Dios quiere.

Cuando Dios quiere obtener el corazón de alguien, le envía numerosas pruebas. En el transcurso de estas, si la persona no le entrega su corazón y Él comprueba que no tiene la actitud alguna, es decir, que no aborda las cosas ni se comporta como alguien que le teme, ni ve en ella la actitud ni la decisión de apartarse del mal, Si las cosas son así, tras muchas pruebas Dios retirará Su paciencia para con este individuo y no lo tolerará más. Dejará de ponerle pruebas y no obrará más en él. ¿Qué significa esto entonces para el desenlace de esta persona? Significa que no tendrá resultado alguno. Es posible que no haya hecho mal. También puede ser que no haya intervenido para perturbar o interrumpir. O que no se haya resistido abiertamente a Dios. Sin embargo, el corazón de esta persona está escondido de Él. Nunca ha tenido una actitud y un punto de vista claros hacia Dios, y Él no puede ver con claridad que le haya entregado su corazón ni que esta persona esté buscando temerle y apartarse del mal. Dios ya no tiene paciencia para estas personas, no pagará ningún precio más, no extenderá más misericordia, y no obrará más en ellas. La vida de la creencia en Dios de esta persona ya ha terminado. Esto se debe a que, en las muchas pruebas que Dios le ha puesto, no ha obtenido el resultado que Él quiere. Existen, pues, numerosas personas en las que nunca he visto el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo. ¿Cómo se puede ver? Este tipo de persona podría haber creído en Dios durante muchos años, y haber sido muy activa superficialmente. Habrá leído muchos libros, tratado muchos asuntos, llenado más de 10 cuadernos con notas y dominado muchas letras y doctrinas. Sin embargo, nunca se ha producido un crecimiento y un punto de vista visibles de ella hacia Dios ni una actitud clara. Es decir, no se puede ver el corazón de esta persona. Lo tiene siempre está envuelto, sellado; está sellado para Dios. Por tanto, Él no ha visto el verdadero corazón de esta persona, no ha visto el verdadero temor de ella hacia Dios e incluso más, tampoco ha visto cómo anda esta persona en el camino de Dios. Si hasta ahora Dios no ha ganado a este tipo de persona, ¿podrá hacerlo en el futuro? ¡No puede! ¿Seguirá Él luchando por cosas que no pueden obtenerse? ¡No lo hará! ¿Cuál es, entonces, la actitud actual de Dios hacia estas personas? (Él las desdeña, no les presta atención). ¡No les presta atención! Dios no presta atención a esta clase de persona; las desdeña. Habéis memorizado estas palabras con mucha rapidez y precisión. ¡Parece que habéis entendido lo que habéis oído!

Al principio de seguir a Dios, algunas personas son inmaduras e ignorantes; no entienden Sus propósitos y tampoco saben lo que es creer en Él; adoptan una forma artificial y errónea de creer en Él, de seguirle. Cuando esta clase de persona se enfrenta a una prueba, no es consciente de la misma, y es insensible a la dirección y el esclarecimiento de Dios. No sabe lo que es entregarle su corazón ni lo que significa mantenerse firme durante una prueba. Dios le asignará a esta persona una cantidad de tiempo limitada, durante la cual le permitirá entender cuál es Su prueba, cuáles son Sus propósitos. Seguidamente, esta persona deberá exponer su punto de vista. Respecto a esas personas que se encuentran en esta etapa, Dios sigue esperando. En cuanto a las personas cuyas opiniones siguen titubeando de un lado al otro, que quieren dar su corazón a Dios pero que no se persuaden de hacerlo, las que, aun habiendo puesto en práctica algunas verdades básicas cuando se enfrentan a una prueba importante, la esquivan y se quieren rendir, ¿cuál es la actitud de Dios hacia estas personas? Él sigue teniendo alguna expectativa con ellas. El resultado depende de sus actitudes y actuaciones. ¿Cómo responde Dios si las personas no están activas para progresar? Se rinde. Esto se debe a que antes de que Él te abandone, tú ya te has rendido. Por tanto, no puedes culpar a Dios por ello, ¿verdad? ¿Te parece justo? (Es justo).

Continuará...

Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Some Scriptures taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Dios Todopoderoso es la aparición del Creador
Creado con Webnode Cookies
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar