¿por qué decís que no todas las palabras de la Biblia son palabra de Dios?
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En la Biblia, Pablo afirma: "Toda Escritura es inspirada por Dios" (2 Timoteo 3:16). Todas las palabras de la Biblia son, por tanto, palabra de Dios. Entonces, ¿por qué decís que no todas las palabras de la Biblia son palabra de Dios?
Las palabras relevantes de Dios:
No todo en la Biblia es un registro de las palabras habladas personalmente por Dios. La Biblia simplemente documenta las dos etapas anteriores de la obra de Dios, de las cuales una parte es un registro de las predicciones de los profetas y, otra, las experiencias y el conocimiento escritos por personas usadas por Dios a lo largo de las eras. Las experiencias humanas están contaminadas con opiniones y conocimiento humanos, y esto es algo inevitable. En muchos de los libros de la Biblia hay nociones humanas, prejuicios humanos y el entendimiento absurdo de los humanos. Por supuesto, la mayoría de las palabras son resultado del esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, y son entendimientos correctos, pero sigue sin poderse decir que son expresiones de la verdad totalmente precisas. Sus opiniones sobre ciertas cosas no son más que conocimiento derivado de la experiencia personal o el esclarecimiento del Espíritu Santo. Dios instruyó personalmente las predicciones de los profetas: las profecías de los semejantes a Isaías, Daniel, Esdras, Jeremías y Ezequiel vinieron de la instrucción directa del Espíritu Santo; estas personas eran profetas, habían recibido el Espíritu de profecía, y eran, todos, profetas del Antiguo Testamento. Durante la Era de la Ley, estas personas, que habían recibido las inspiraciones de Jehová, hablaron muchas profecías, que fueron instruidas directamente por Jehová.
Extracto de 'Relativo a la Biblia (3)' en "La Palabra manifestada en carne"
Durante la Era de la Ley del Antiguo Testamento, el gran número de profetas elevados por Jehová profetizó en Su nombre, dio instrucciones a diversas tribus y naciones, y predijo la obra que Jehová llevaría a cabo. Jehová había dado el Espíritu de profecía a todas estas personas a las que había elevado: eran capaces de ver Sus visiones, de oír Su voz; por tanto, eran inspiradas por Él y escribían profecías. La obra que llevaban a cabo era la expresión de la voz de Jehová, la expresión de Su profecía, y la obra de Jehová en ese momento era simplemente guiar a las personas usando al Espíritu; Él no se hizo carne, y las personas no veían Su rostro. Así pues, elevó a muchos profetas para que llevaran a cabo Su obra, y les dio oráculos que transmitieron a cada tribu y clan de Israel. Su trabajo era hablar profecías, y algunos escribieron las instrucciones que Jehová les dio para mostrárselas a otros. Él elevó a estas personas para que hablaran profecías, predijeran la obra del futuro o la que aún debía realizarse durante ese tiempo, de forma que las personas pudieran contemplar las maravillas y la sabiduría de Jehová. Estos libros de profecía eran muy diferentes a los demás libros de la Biblia; eran palabras habladas o escritas por aquellos a los que se les había dado el Espíritu de profecía; por aquellos que habían recibido las visiones o la voz de Jehová. Aparte de los libros de profecía, todo lo demás en el Antiguo Testamento está compuesto por registros hechos por personas después de que Jehová hubo terminado Su obra. Estos libros no pueden reemplazar la predicción pronunciada por los profetas elevados por Jehová, del mismo modo que el Génesis y el Éxodo no pueden compararse con el libro de Isaías o con el libro de Daniel. Las profecías se pronunciaron antes de que la obra se hubiera llevado a cabo; los otros libros, entretanto, se escribieron después de que la obra hubiera terminado; eso era lo que las personas eran capaces de hacer. [...] De esta forma, lo que se registra en el Antiguo Testamento de la Biblia es puramente la obra de Dios en Israel en ese momento. Las palabras pronunciadas por los profetas -Isaías, Daniel, Jeremías y Ezequiel- predicen la otra obra de Dios sobre la tierra, la obra de Jehová Dios mismo. Todo esto venía de Dios; era la obra del Espíritu Santo, y aparte de estos libros de los profetas, todo lo demás es un registro de las experiencias de la obra de Jehová por parte de las personas en ese momento.
Extracto de 'Relativo a la Biblia (1)' en "La Palabra manifestada en carne"
Hoy, las personas creen que la Biblia es Dios, y que Él es la Biblia. Así, también creen que todas las palabras de la Biblia fueron las únicas palabras que Dios habló y que Él las pronunció todas. Los que creen en Dios piensan incluso que, aunque los sesenta y seis libros del Antiguo y el Nuevo Testamento fueron escritos por personas, fueron, todos, inspirados por Dios y son un registro de las declaraciones del Espíritu Santo. Esta es la comprensión errónea que tiene el hombre, y no es completamente acorde con los hechos. En realidad, aparte de los libros de profecía, la mayor parte del Antiguo Testamento es un registro histórico. Algunas de las epístolas del Nuevo Testamento provienen de las experiencias de las personas, y, otras, del esclarecimiento del Espíritu Santo. Las epístolas paulinas, por ejemplo, surgieron de la obra de un hombre; todas fueron resultado del esclarecimiento del Espíritu Santo y se escribieron para las iglesias, y fueron palabras de exhortación y aliento para los hermanos y hermanas de las mismas. No fueron palabras habladas por el Espíritu Santo; Pablo no podía hablar en nombre del Espíritu Santo ni era profeta, y, mucho menos, tuvo las visiones que tuvo Juan. Sus epístolas se escribieron para las iglesias de Éfeso, Filadelfia, Galacia, y otras. Por tanto, las epístolas paulinas del Nuevo Testamento son epístolas que Pablo escribió para las iglesias y no son inspiraciones del Espíritu Santo ni Sus declaraciones directas. Son simplemente palabras de exhortación, consuelo y aliento que escribió para las iglesias durante el transcurso de su obra. Así, también, son un registro de gran parte de la obra de Pablo en esa época. Se escribieron para todos los hermanos y hermanas en el Señor, para que los hermanos y hermanas de las iglesias de esa época siguieran su consejo y vivieran de acuerdo con el camino de arrepentimiento del Señor Jesús. De ninguna manera dijo Pablo que, en las iglesias de esa época o del futuro, todos deben comer y beber las cosas que él escribió ni que todas sus palabras venían de Dios. De acuerdo con las circunstancias de la iglesia en esa época, él simplemente tenía comunión con los hermanos y las hermanas, los exhortaba e inspiraba fe en ellos, y simplemente predicaba o recordaba a las personas y las exhortaba. Sus palabras estaban basadas en su propia carga, y apoyaba a las personas por medio de ellas. Él llevó a cabo la obra de un apóstol de las iglesias de esa época; era un obrero usado por el Señor Jesús, y, por tanto, tuvo que responsabilizarse de las iglesias y llevar a cabo la obra de las mismas. Tuvo que aprender acerca de las condiciones de los hermanos y las hermanas; por ello, escribió epístolas para todos los hermanos y hermanas en el Señor. Todo lo que dijo que era edificante y positivo para las personas fue correcto, pero no representaba las declaraciones del Espíritu Santo ni podía representar a Dios. ¡Es un entendimiento atroz y una blasfemia enorme que las personas traten los registros de las experiencias de un hombre y las epístolas de un hombre como las palabras habladas por el Espíritu Santo a las iglesias! Eso es particularmente cierto cuando se trata de las epístolas que Pablo escribió para las iglesias, porque estas se escribieron para los hermanos y hermanas según las circunstancias y la situación de cada iglesia en esa época. Su fin era exhortar a los hermanos y hermanas en el Señor de forma que pudieran recibir la gracia del Señor Jesús. Sus epístolas tenían como objetivo animar a los hermanos y hermanas de esa época. Puede decirse que esta era su propia carga, y también la que el Espíritu Santo le dio; después de todo, fue un apóstol que dirigió a las iglesias de esa época, que escribió epístolas para las iglesias y las exhortó; esa era su responsabilidad. Su identidad fue simplemente la de un apóstol obrero, y fue simplemente un apóstol enviado por Dios; no fue un profeta ni un adivino. Para él, su propia obra y la vida de los hermanos y hermanas eran de la mayor importancia. Por tanto, no podía hablar en nombre del Espíritu Santo. Sus palabras no eran las palabras del Espíritu Santo, y mucho menos podría decirse que fueran las de Dios, porque Pablo no era nada más que una criatura de Dios y, ciertamente, no era Su encarnación. Su identidad no era la misma que la de Jesús. Las palabras de Jesús fueron las palabras del Espíritu Santo; fueron las palabras de Dios, porque Su identidad era la de Cristo, el Hijo de Dios. ¿Cómo podía ser Pablo Su igual? Si las personas consideran las epístolas o las palabras como las de Pablo como declaraciones del Espíritu Santo, y las adoran como a Dios, sólo puede decirse que no discriminan correctamente. Dicho con mayor severidad, ¿no es esto simplemente blasfemia? ¿Cómo podría un hombre hablar en nombre de Dios? ¿Y cómo podrían las personas postrarse ante los registros de sus epístolas y ante las palabras que habló como si fueran un libro sagrado o un libro celestial? ¿Podría el hombre pronunciar a la ligera las palabras de Dios? ¿Cómo podría un hombre hablar en nombre de Dios? Así pues, ¿qué dices? ¿Podrían las epístolas que él escribió para las iglesias no estar contaminadas con sus propias ideas? ¿Cómo no iban a estar contaminadas con ideas humanas? Él escribió epístolas para las iglesias basándose en sus experiencias personales y en su propio conocimiento. Por ejemplo, Pablo escribió una epístola a las iglesias gálatas, que contenía una determinada opinión, y Pedro escribió otra con otro punto de vista. ¿Cuál de ellas vino del Espíritu Santo? Nadie puede decirlo con seguridad. Así pues, solo puede decirse que ambos llevaban una carga para las iglesias, pero sus cartas representan su estatura, su provisión y su apoyo para los hermanos y las hermanas, su carga hacia las iglesias, y solo representan obra humana; no eran totalmente del Espíritu Santo. Si dices que sus epístolas son las palabras del Espíritu Santo, entonces eres absurdo ¡y estás cometiendo blasfemia! Las epístolas paulinas y las otras epístolas del Nuevo Testamento equivalen a las memorias de figuras espirituales más recientes: están a la par de los libros de Watchman Nee o de las experiencias de Lawrence, y así por el estilo. Es simplemente que los libros de figuras espirituales recientes no están recopilados en el Nuevo Testamento, pero la esencia de estas personas era la misma: fueron personas usadas por el Espíritu Santo durante cierto período, y no podían representar directamente a Dios.
Extracto de 'Relativo a la Biblia (3)' en "La Palabra manifestada en carne"
Para conocer más: Cómo aprender a leer la Biblia
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